En muchos entornos corporativos, sobre todo en equipos técnicos, las habilidades blandas (o soft skills) se perciben como un extra, algo “deseable” pero no esencial. Sin embargo, la experiencia y la evidencia demuestran lo contrario: las soft skills son determinantes para el éxito de cualquier equipo, incluso (y especialmente) en aquellos roles altamente especializados.

Cuando hablamos de soft skills nos referimos a habilidades como la comunicación, el trabajo en equipo, la empatía, la resolución de conflictos o la gestión del tiempo. En un entorno técnico, estas competencias permiten conectar mejor con los clientes, trabajar de forma más eficiente entre áreas y liderar con una mirada integral.

Entonces, ¿cómo desarrollarlas en equipos que están más orientados al “hacer” que al “interactuar”?

  1. Integrarlas en el onboarding y en las capacitaciones: no dejemos las soft skills para talleres aislados. Incorporarlas desde el inicio ayuda a establecer expectativas claras.
  2. Formación contextualizada: a nadie le sirve un taller genérico sobre empatía si no puede llevarlo a su contexto diario. Los casos prácticos y simulaciones ayudan a aterrizar estas aptitudes.
  3. Feedback constante y constructivo: cuando se reconoce (o corrige) una habilidad blanda en acción, se hace tangible su impacto, y eso acelera el aprendizaje.
  4. Modelado desde el liderazgo: si los líderes técnicos no ejercen habilidades blandas, es muy poco probable que el equipo las valore. El ejemplo es la mejor pedagogía.
  5. Crear espacios de interacción informal y transversal: las relaciones no solo se construyen en las tareas. Espacios más distendidos permiten ejercitar habilidades como la escucha o la colaboración.

Los equipos técnicos con fuertes soft skills son más adaptables, más comunicativos y más eficaces en entornos complejos. Y lo mejor: cuando estas habilidades se valoran y se desarrollan, no solo se optimiza el trabajo, sino también el clima y el compromiso.