En muchas organizaciones, la palabra “feedback” aparece en los discursos, en los manuales de desempeño y en los valores corporativos. Pero en la práctica, pocas veces se aplica de forma efectiva. Dar retroalimentación sigue siendo una tarea incómoda, postergada o mal ejecutada. Y eso tiene un impacto directo en la cultura y en los resultados del negocio.

¿Por qué si sabemos que el feedback es importante, lo usamos tan poco?

  1. El feedback incómodo se evita (y el suave no sirve)

Una de las razones más comunes por las que no se da buen feedback es el miedo al conflicto. Se prefiere no decir nada, suavizar el mensaje o guardarlo “para después”. Pero el silencio no corrige ni construye. Solo acumula frustración.

El feedback útil no siempre es cómodo. A veces implica decir verdades difíciles. Pero cuando se da con respeto y con intención de crecer, se convierte en una de las herramientas más poderosas de transformación cultural.

  1. Sin feedback no hay mejora continua

Las organizaciones que no promueven una cultura de retroalimentación constante terminan repitiendo errores. Equipos que no se ajustan, líderes que no crecen, colaboradores que no saben en qué deben mejorar. Todo se estanca.

El feedback frecuente, claro y específico permite hacer ajustes a tiempo, fortalecer relaciones y evitar conflictos mayores en el futuro.

  1. El feedback también es reconocimiento

Retroalimentar no es solo corregir. También es reconocer lo que se hace bien. Celebrar logros, validar esfuerzos y dar visibilidad a quienes aportan valor fortalece la motivación y el compromiso.

En una cultura saludable, el feedback es una práctica bidireccional: de líderes a equipos y de equipos a líderes.

  1. ¿Cómo integrar el feedback a tu cultura?
  • Capacita a tus líderes para dar y recibir feedback constructivo.
  • Normaliza la retroalimentación como parte del trabajo diario.
  • Crea espacios seguros para que las personas puedan expresarse sin miedo.
  • Acompaña el feedback con seguimiento y acción.

Transformar la cultura implica hablar claro, con intención y con respeto.