Vivimos en un mundo en constante cambio y eso ya no es novedad. Lo desafiante ahora es entender cómo construimos organizaciones que no solo resisten la incertidumbre, sino que crecen gracias a ella. Es aquí donde entra el concepto de “antifragilidad”, desarrollado por Nassim Taleb.
Una organización antifrágil no busca evitar el caos, sino que lo integra a su ADN. Aprende, se adapta y sale fortalecida. Para lograr esto, se requieren culturas organizacionales que promuevan la experimentación, el aprendizaje continuo y la descentralización de decisiones. Y sobre todo, que normalicen el error como parte del proceso de mejora.
Esto implica un cambio profundo: dejar de ver la planificación como una forma de controlar y empezar a verla como una herramienta flexible. Implica también fomentar líderes que escuchen, colaboradores que propongan y equipos que se muevan con agilidad.
En FiDelis asesoramos a las empresas a que hagan esta transición. Porque sabemos que las culturas antifrágiles no son un lujo, sino una necesidad en contextos como el actual.
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